4.24.2011

Panic! At the Disco - I Write Sins Not Tragedies


Panic! at the disco
Aquí va la siguiente canción que me tiene enganchada desde que la escuché porla radio... y no tiene desperdicio, además de que tiene una letra un tanto particular, y su historia es la mar de cómica.
Me encanta la voz del cantante y los gestos, no sé por qué pero me recordó a Jack Sparrow :D









Letra:

Oh, well imagine
As I'm pacing the pews in a church corridor
And I can't help but to hear
No, I can't help but to hear an exchanging of words
"What a beautiful wedding
What a beautiful wedding," says a bridesmaid to a waiter
"And, yes, but what a shame
What a shame the poor groom's bride is a whore."
I chime in with a
"Haven't you people ever heard of closing a goddamn door?"
No, it's much better to face these kinds of things with a sense of poise and rationality
I chime in
"Haven't you people ever heard of closing a goddamn door?"
No, it's much better to face these kinds of things with a sense of
Oh, well in fact
Well I'll look at it this way
I mean, technically, our marriage is saved
Well this calls for a toast
So pour the champagne
Oh, well in fact
Well I'll look at it this way
I mean, technically, our marriage is saved
Well this calls for a toast
So pour the champagne, pour the champagne
I chime in with a
"Haven't you people ever heard of closing a goddamn door?"
No, it's much better to face these kinds of things with a sense of poise and rationality
I chime in
"Haven't you people ever heard of closing a goddamn door?"
No, it's much better to face these kinds of things with a sense of poise and rationallity
Again...
I chime in
"Haven't you people ever heard of closing a goddamn door?"
No, it's much better to face these kinds of things with a sense of poise and rationality
I chime in
"Haven't you people ever heard of closing a goddamn door?"
No, it's much better to face these kinds of things with a sense of poise and rationality
Again...

4.19.2011

Letra: Jimmy Eat World - My Best Theory

Jimmy Eat World

Letra:
It's been a long time, so long
There's only one life I know (I know)
But I have my own mind
I'll say so if it seems right
(Hey rush out)
I see your warm face with the soft mouth
But it speaks something else (else)
So I'll take my chances with the cast down
We can feel the air
Rush out, out from the center
Not like one side is any better
Stand up
as they've been preaching
My best theory is already in me
(already in me) In me
(We can feel, we can feel the air
Rush out)
So many questions
And the answers come back unanswered
Let's hold the old script
It's a new twist
You can feel the air
Rush out, out from the center
Not like one side is any better
Stand up
as they've been preaching
My best theory is already in me
(already in me)
In a lonely real place
Neither part nor mistake
Not what you had with your time
My doubt seems fine, my true desire
My threat, my appetite
My true desire
I feel the air!
Rush out, out from the center
Not like one side is any better
Stand up
as they've been preaching
My best theory is already in me
Rush , out from the center
Not like one side is any better
Stand up
as they've been preaching
My best theory is already in me
(In me)

4.15.2011

Divina Prohibición cap1


1. Encomendación


El ardor del recuerdo me hizo una maraña asfixiante en la garganta. Todavía lo recordaba como si fuera ayer. A pesar de la advertencia de no traerlo a la memoria, me era imposible no tenerlo tan presente, sobre todo porque aquello me había pasado hace tan poco tiempo… Bueno, años, pero para el caso seguía produciéndome unas pesadillas espantosas y muy vívidas de mi temprana tortura, y quería acallar esas voces infernales, literalmente hablando, que me quitaban el sueño. Las imágenes del primer ataque cuando tan solo tenía ocho años me martirizaban noches tras noche en mitad de mis más profundos sueños.


Al desperar me encontré de frente con la luz del día y el cielo azul casi blanco. Había sido una noche agitada y oscura, tan solo iluminada por las pequeñas constelaciones a penas visibles por culpa de la repentina capa de nubes que había decidido fastidiar mi excursión con fines astronómicos.
Y entonces la sombra del demonio se hizo presente  ante mí.
-Joder, Shem –solté sobresaltada por su inesperada aparición en medio de lo que yo creía, sería mi noche alejada de los ajetreos de la ciudad, de Rafael y del mismo Shem.
Éste rió entre dientes, con esa expresión de complacencia y satisfacción por estar a punto o haber cometido un delito de los gordos, a esos que no era capaz de encontrar justificación posible.
-No, no, no… -negó éste con la cabeza, con fingida decepción -, los ángeles no debéis soltar tales blasfemias ante los ojos del Todo Poderoso “soy tan guay que lo veo todo” –añadió con guasa.
A pesar de su aspecto de renegado, Shem era Shem, el típico chulo al que debía aguantar pegado a mi culo día y noche a pesar de las innumerables quejas que había hecho a los altos mandos que, al parecer, no me hacían ni puñetero caso.
-¿A qué demonios, metafóricamente hablando –aclaré al ver su intención de añadir un comentario inapropiado al juego rebuscado de palabras -, has venido?
Shem se irguió en lo alto de la rama del árbol, y cruzando alrededor de su torso realmente fibroso, adoptó una expresión seria para hablar, claro está, de un tema oficial.
-Rafael te está buscando –advirtió fijando sus ojos en lo más profundo de los de míos, enviándome el mensaje claro y conciso de las palabras de Rafael –. Ángel, deberías, y lo digo por tu propio bien, presentarte a esa maldita reunión del maldito comité ese al que tanta ilusión le hace que asistas al maldito de Rafael, y así de una maldita vez deja de darme la maldita charla sobre mis malditos objetivos y deberes y bla bla bla…. ¿Quieres, ángel? –dijo éste encolerizado a la vez que absorbido por el cansancio.
Simplemente asentí con un leve encogimiento de hombros y le di la espalda para recoger mis cosas del suelo en el que había pasado toda la noche. Una pequeña siesta al aire libre nocturno tampoco había cambiado ni aliviado mis ataques de tortuosas y grotescas imágenes, dañinas para la cordura de cualquier persona humana, daba igual si fuera normal o no, de todos modos no eran aptas para ningún público y listo.
-¿Vas a ir a esa maldita reunión, ángel? –inquirió él esperanzado, dando un leve salto hasta acabar a mi lado sin siquiera dar un traspié.
-Sólo si dejas de repetir la palabra maldito en cada una de tus futuras frases –le sugerí con irritación, realmente quería que dejara de decirlo.
Shem rompió en risas pero dejó al menos de usarla, por ahora.
Fuimos juntos hacia las oficinas centrales de… ahora mismo no recordaba el nombre de lo que se suponía que hacía Rafael, pero al menos sabía que estaba en la tercera planta del centro de salud de la zona.
Al entrar nos encontramos con una señora mayor, la señora Anahí, enfermera jefe y de vez en cuando recepcionista sustituta. Ahora comprendía por qué tantas veces la veía ir y venir por los pasillos del centro, a pesar de su alto cargo, la mujer era tan inestable que debían ponerla a hacer algo en su tiempo libre para que no distrajera al resto del personal.
Entramos en el ascensor, y mientras Shem se hacía un hueco entre el hombre en silla de ruedas y el enfermero con un traje azul marino que le quedaba como un guante, pulsé el botón de la tercera planta que conducía directamente al despacho de Rafael. Mientras la musiquita típica de relajación, pero que en realidad lo único que hacía era poner de los nervios a cualquiera con su astuta melodía infernal y que además de eso ocasionaba una situación de incómodo silencio entre los que se encontraban encerrados en ese ortoedro teletransportador, sonaba para el deleite de todos.
Al final, a pesar de las innumerables quejas del hombre en silla de ruedas por las caras extrañas que le dedicaba Shem a espaldas del enfermero guapo, conseguimos salir sin ninguna anomalía mental, algo que al parecer a Shem se le daba de maravilla, sobre todo con personas de la edad de aquel hombre.
-No deberías hacer eso –le reñí en cuanto salimos y recorrimos medio tramo a pasos largos.
-Ya, por eso mismo lo hago –y siguió caminando tan grácil como una pluma en una brisa marina.
En cuanto vimos una habitación de lo más…
-¿Oscura con un letrero de: “Aquí yace el cuerpo sin vida de una víctima del aburrimiento”? Sí, ángel, sí. Esa es la cruda realidad de Rafael –citó todo lo contrario al recorrido que habían hecho mis pensamientos.
-Deja de invadir mi privacidad, estúpido fisgón.
-No, te equivocas, soy un interesado por la capacidad de reacción que cada persona tiene que demostrar ante las acciones que se dan a su alrededor.
Me lo quedé mirando con la expresión totalmente fría hasta que con un empujoncito lo estampé contra la ventana del final del pasillo sin siquiera romperla.
En cuanto me deshice de Shem abrí la puerta del despacho de Rafael para encontrarme con la misma estancia de siempre. La típica habitación rectangular de médico con unos cuantos diplomas que remarcaban sus estudios universitarios, sus materiales elementales para atender a una persona enferma, su escritorio y sobre todo, a Rafael, un hombre alto y fornido pero tampoco en exceso, con un hermoso pelo castaño y unos hermosos ojos grises y una hermosa sonrisa de bienvenida y una hermosa… Bueno, en él cualquier cosa era hermosa; quien miraba de pie atentamente distraído por la ventana cercana a su silla de ruedecillas.
-Hasta que por fin te dignas en aparecer Cleira –dijo Rafael en el momento en que crucé el umbral de su puerta.
Traté de hacer el menor de los comentarios inapropiados que me pasaran por la mente, porque a pesar de todo Rafael se merecía mi más sincero respeto como el padre adoptivo que era para mí.
-Shem me dijo que me estabas buscando y también me mostró para qué –comencé al ver que no iba a proseguir hasta que yo dijera la primera palabra -. No era necesario eso y tú lo sabes, para algo está Shem también. Con que él lo sepa yo me doy por enterada.
Se apartó de la luz, adoptando un aspecto más apagado y más serio, y se sentó frente a mí en su silla.
Dio un suspiro agrio manteniéndome la mirada en lo alto.
-Te ha sido encomendado otro indeciso –se explicó mientras hacía resbalar una carpeta fina frente a mí en la mesa, a la que seguí fijamente con la mirada.
-¿No crees que habría sido mejor, yo que sé, dársela a Shem antes cuando lo viste para que no tuviéramos la necesidad de hacer un viaje innecesario hasta aquí de nuevo? No lo sé, es sólo una idea absurda de esas que sueles descartar muy a menudo, ¿sabes?
Rafael tiró la carpeta sobre mi regazo y se reacomodó en su silla.
-Ambos conocemos a Shem lo suficiente como para saber que no es de total confianza en la custodia de papeles importantes, sobre todo si tiene información demasiado personal de un indeciso –dijo apoyando su barbilla entre el hueco que formaban sus manos sobre la mesa.
-Pero al menos la dirección, que yo sepa eso no está prohibido por ninguna ley divina.
Ambos se mantuvieron la mirada hasta que él entrecerró la suya perdiendo todo el hilo de maquinación de mi pensamiento en blanco.
-Te dije que no le tomaras cariño a tu última indecisa, ¿y qué hiciste? -inquirió obvio poniendo el dedo en la llaga -: no hacerme caso, y Cleira, eso, cualquiera con un poco de experiencia, sabe hacer, sobre todo estando al corriente de la situación en la que se encuentra un indeciso.
Ya estábamos de nuevo con la charla paternal que siempre echaba a cualquiera que tuviera cerca en el momento en el que se le daba por ser paternalmente pesado. Ya había recibido esa charla sobre no encadenarse demasiado a un indeciso, porque lo que debíamos hacer era mostrarle las dos alternativas del más allá que no supo escoger en su primera experiencia con la muerte antes de volver a regresar totalmente catatónico.
-Lo sé, Rafael, lo sé. Pero tanto tú como yo sabemos que a Charlotte no le había llegado su hora de decidir, que su muerte fue… -se me acumularon las palabras por la repentina sensación de tirantez que sentí en la garganta.
Rafael asintió tomando una pequeña bocana de aire hasta volver a dirigirme nuevamente su gris mirada de experiencia en casos como el mío.
-Inoportuna –terminó por mí –, pero nadie se iba a imaginar que un demonio consiguiera traspasar los contrafuertes en los que fue encerrado, y sobre todo que tú y ella estaríais rondando por ahí vete tú a saber por qué.
Charlotte Callahan, universitaria de primer año y una chica de lo más normal a excepción de su repentino viaje a urgencias por haber sido atravesada accidentalmente por un tubo en pleno abdomen. Todos nos sorprendimos de su caso, una chica tan joven y tan estúpida por haber permitido tal desliz mortal. Con ello empezaron las especulaciones. Algunos decían que era una animadora que había dado un mal salto, otros que trabajaba en la construcción para pagarse los estudios, la gran mayoría pensaba que era una gogo con mala suerte y que el antro donde trabajaba no cumplía los requisitos indispensables de mantenimiento. Pero nadie se imaginó que lo que en realidad había tratado de hacer la muchacha, y es que heroínas a penas existían en la vida real, y ella lo había tratado de ser al rescatar a una niña en un parque de atracciones con un mantenimiento pésimo, al menos en eso uno de los nuestros había acertado.
-¿Estás insinuando que yo la maté?
-Rotundamente no –dijo Rafael sobresaltado por mi acusación -. Sólo digo que no debiste permitir que la chica tomara ese camino. Eras su ángel guardián, y en parte los ángeles saben qué aconsejar.
Vamos si lo sabía, después de lo sucedido tuve que asistir a unas clases especiales, aun no se me consideraba como un ángel completo a pesar de mi doble parentesco angelical. Mis dos padres eran ángeles del cielo, y eso me hacía la existencia un tanto difícil. Según Rafael, mi tutor terrenal, no me estaba permitido verlos ni hablar con ellos, sólo saber que eran mis padres y como tal habían sido castigados por permitirse darme una existencia fuera de las órdenes divinas del cielo. Los condenaron a existir sin mi presencia, a no saber nada de mí hasta que me graduara y tuviera mi título, pero entonces tampoco me conocerían en persona ni yo a ellos porque estaban en lo más alto del cielo, en el último nivel junto con los tronos, querubines y serafines, contemplando la divinidad a sabiendas de que eso no les estaba permitido, y que sin un rango apropiado, les haría daño. Yo en cambio estaría en el nivel más cercano a la tierra, en el primer nivel junto con el resto de ángeles.
-Todavía no me consideran como una de ellos, Rafael, sigo siendo la hija prohibida ante los ojos de todos, incluso para los caídos, y eso es deprimente –refunfuñé recordando los pleitos en los que me había visto metida ante esas insinuaciones lastimosas, pero esa era mi identidad: ser la hija prohibida.
-Pronto tu destino se definirá, Cleira, ya lo verás –vi cómo su mano se deslizaba hacia delante en la mesa pero frenó a mitad de camino -, sólo tienes que tener un poco de fe y cumplir con tu nuevo trabajo.
Se puso en pie impulsando su silla a chocar contra la pared de su espalda, rodeó la  mesa y se quedó a mi lado hasta cuando también me levanté.
-Infórmale del caso también a Shem en cuanto hayas leído el informe completo, ¿de acuerdo? –me condujo hacia la salida con su mano en mi espalda -, no quiero tener inconvenientes por su culpa.
Me paré antes de que abriera la puerta.
-¿No habría alguna forma de intercambio? Quiero decir, Shem me cae bien, pero no genial. He visto a ángeles que se llevan genial con sus némesis pero en cambio yo… nanai. Enserio Rafael, Shem me pone de los nervios, y que sepas que es demasiado grotesco para ser un caído, a veces me pregunto qué hace aquí y no en el…
Antes de que pronunciara la palabra Rafael me tapó la boca con un pañuelo.
-Nunca desees ese futuro a nadie, Cleira, y sé que el comportamiento de tu némesis a veces es irracional pero comprende cuál es su naturaleza, es un ángel caído y tú una en proceso de formación. En parte te vendrá bien lidiar con alguien como él para cuando te asignen casos más especializados.
-Pero vamos, que no tengo por qué aguantarlo, ¿verdad? –pregunté crispada.
Rafael negó con la cabeza.
-Pero es una buena experiencia así que, por favor, no te niegues a su compañía, ¿quieres? –medio me suplicó dirigiéndome una mirada aprensiva.
Alargó su mano y abrió la puerta evitando pegarme con ella.
-Ahora tengo que atender la llegada de otro indeciso –me informó-. En cuanto encuentres a Shem, que por cierto, viene por allí –señaló el final del pasillo –notifícale todo lo que leas en ese informe.
-Gracias Rafael, eres un gran ángel –le agradecí sinceramente, dándole un fuerte abrazo, de esos que tan solo Rafael era capaz de dar, como si abrazara a una gran nube esponjosa y suave a pesar de su musculatura.
Sentí los brazos de Rafael estrecharme la espalda como cuando era una niña, levantándome del suelo.
-Bueno, bueno, bueno… -interrumpió Shem carraspeando –. Rafael y Cleira, siento cortar un momento tan asquerosamente emotivo, pero me temo que te necesitan en la sala 3 –indicó éste señalando al fondo del todo con su dedo índice extensamente juicioso.
Rafael me soltó, y con leve apretón en los hombros se despidió.
-Allí va el mejor ángel que he conocido –dijo Shem en cuanto Rafael nos dejó delante de la puerta de su despacho.
-¿Qué has conocido?
Él dedicó una sonrisa al aire y mirándome por el rabillo del ojo, de un color ámbar llameante, como si dentro de ellos tuviera un líquido que no hacía más que revolverse en sus globos oculares, dijo:
-Porque tal y como está esa situación, ese demonio hizo lo suyo con aquella alma pura.
Se apartó de mi lado y siguió caminando rumbo al ascensor. Rápidamente lo alcancé.
-¿Crees que Rafael estará bien?
Titubeó mientras buscaba el número apropiado de piso para acabar pulsando el de la planta cero.
-Es Rafael, el mismísimo Rafael don “soy todo un machote” –adoptó una voz grave –. Que sepas que Rafa fue uno de los encargados de echarnos a mí y a los vigilantes del cielo en la segunda caída, al igual que a los primeros…
-Si, si, sí, conozco toda esa historia –frené su intención de impartirme una clase magistral de historia religiosa.
En cuanto llegamos a la recepción, Shem pidió a Anahí el historial médico de nuestro indeciso, algo que para el resto de la gente estaba prohibido pero para nosotros era una obligación recibir. La mujer se lo entregó con una sonrisa de lo más coqueta. Había que reconocer que Shem era capaz de arrancar la pasión incluso de un muerto y daba las gracias al cielo de ser un ángel para no verme influenciada por alguien como él.
-Bien, nuestro indeciso está en la tercera planta y su nombre es… -rebusqué en los papeles que Rafael me había dado.
-Nate –completó Shem mostrándome la hoja con su nombre en alto.
Se la arranqué de las manos, ese material era confidencial, incluso para él.
-Nathaniel, un nombre un tanto sospechoso.
-¿Ah, sí? –dijo Shem mientras abría la carpeta que le había pedido a la recepcionista.
-Acaba en -el, y muy bien sabes lo que suele significar eso –indiqué yendo nuevamente al ascensor, un trayecto que me lo conocía al dedillo.
-Bueno, si tú lo dices… -pasó otra hoja de su informe, concentrado en la lectura -. Pero dudo que se trate de un ángel. Nuestro deber es indicar el camino a los humanos, no a ángeles.
-Ya, pero puede que se trate de un descendiente, un néfilim o algo así.
Entramos dentro en cuanto el ascensor abrió sus puertas. La musiquita de antes volvía a sonar de fondo pero esta vez estaba totalmente vacío.
-También lo dudo mucho –cerró de un carpetazo lo que estaba mirando, provocando un leve viento delante de su cara, revolviendo su pelo negro hacia atrás -. Ángel, no todos los que lleven el sufijo -el en sus nombres son ángeles o descendientes de ángeles. Ahora incluso se pueden llamar capullo y no pasaría nada. Las normas para ellos han cambiado, siguen las suyas propias.
-Por eso tu nombre no acaba en –el, ¿no es así? –pregunté al fin encontrando la oportunidad idónea de sonsacarle información.
Llevaba ya unos cuantos años siendo su compañera ángel y hasta la fecha no me había enterado de su procedencia ni de por qué había caído ni de su nombre completo, sólo que al parecer era un caído con mala uva en situaciones que para él significaban peligrosas, aunque la mayoría de sus situaciones lo eran, y que se la pasaba bromeando a cada oportunidad que se le presentara. ¡Ah! Y también que se ligaba a cualquier demonio, ángel caído, néfilim y humano que encontrara en su campo visual. La norma para los caídos estaba regida por una sola regla: no podían enamorarse, y si lo hacían, su destino sería aún más terrible del que ya les había sido asignado. Pero al parecer para ellos no suponía ninguna alteración a sus vidas depravadas, el amor tampoco entraba en sus planes, tan solo el deseo los consumía, el deseo los llevó a caer y de deseo estaban hechos la mayoría. Tenía un claro ejemplo con mi compañero, quizás fue el deseo lo que lo llevó a caer y ahora estaba aquí dándome la tabarra. Una cosa estaba clara, y es que desconocía al caído que tenía a mi lado como némesis.
-A veces, ángel, tienes que saber qué preguntas puedes y no hacer, ¿sabes? –me respondió con otra pregunta y sabía él perfectamente que eso me ponía de los nervios.
-Pero por qué, ¿por qué no puedo saberlo? Se supone que eres mi némesis, mi compañero enemigo. Al menos eso debe de ser suficiente –reclamé clavándole una mirada retadora.
-Porque mi caso es uno de los muchos que aún esperan un juicio. Todos conocemos a los ángeles y a sus mayores, pero nadie conoce a los caídos en su mayoría, y también porque no me da la gana que vayan apuntándome con el dedo en cuanto se sepa mi nombre –se explicó mientras pulsaba una y otra vez el botón con el número tres -. Maldita chatarra vieja –cacareó por lo bajo.
-Me prometiste que no volverías a decir esa palabra –advertí.
Él sonrió.
-Ángel, deberías empezar a darte cuenta de que nunca cumplo mis promesas –de repente el ascensor se paró, agitándonos -. Bien, por fin en tierra firme de una tercera planta. Aleluya.

4.10.2011

Película: Soy el número cuatro

Pues para esta semana o para la que entra o par este día sólo.... da igual, os voy a recomendar una película la mar de aceptable, no digo que sea estupendísima ni genial, ni una de las mejores y míticas, solo que tiene el suficiente enganche para pasar una buena tarde. Bueno, aún no está en los viedoclubs porque se acaba de estrenar pero si queréis ir al cine no pasa nada.. bueno, si, que hasta a mí me duele gastar 7€ en una entrada.. pero bueno, de todos modos, os la recomiendo que hay partes un tanto lacrimógenas como graciosas.
Hey, pero no sólo me quedo ahí, que para recomendaros una lectura pues os aconsejo también el libro en el que está basado, que no viene de más.


I am number four (Soy el número cuatro)
Sinopsis:Aunque tenga la apariencia de un adolescente normal y corriente, John Smith (Alex Pettyfer) es en realidad un extraterrestre que vive entre los humanos. Su principal obsesión es ocultarse de unos enemigos que quieren matarle igual que ya han hecho con otros tres alienígenas; de ahí que John sea consciente de que él es el número cuatro y busque la protección que le brinda Henri, su guardián.
Director:D.J. Caruso
Año:2011
Duración:110 min
Genero: Ciencia Ficción

TRAILER