12.23.2010

Cuando llega la navidad… ¿Cómo debo sentirme?

bola de cristal
Ha llegado la navidad, o al menos quedan unos dos días. Aquella fecha que a tantas personas en todo el mundo le gusta escuchar o ver en aquellos lugares en los que se puede con la típica estampa navideña… aquellos lugares mágicos y únicos, el mismísimo Edén navideño o más conocido como el Polo Norte.              
Esta fecha no es una de mis favoritas pero sí está en mi calendario de las más deseadas de todas las que hay en un año por las vacaciones que supone. He de reconocer que la navidad perdió el significado pues la propaganda que le ponen y lo loca que se vuelve la gente al comprar como si se les fuera la vida en ello me hace ver que la navidad se ha convertido en una simple forma de lucro muy caro. Lo único que mantiene encendida la llama de la felicidad en esta fecha son las increíbles variedades de luces que adornan las ciudades y que aún hay personas que nunca olvidan lo que significa la navidad: una época de felicidad y de buenos deseos, totalmente apartada de las compras compulsivas, un momento especial y mágico. ¿Quién no ha soñado nunca con sentarse al lado de una chimenea encendida mientras se observa por la ventana caer la nieve blanca y reluciente en el exterior? Yo siempre me lo he imaginado de formas diferentes, en diferentes escenarios pero con lo indispensable del sueño: la chimenea, la ventana, la nieve y el típico arbolito de navidad… Sí, lo sé, demasiado típico diréis, pero ¿a que uno se sentiría genial de estar en un lugar así en un momento como aquel, apartado de todo estrés y complicación? Tan solo con recordarlo me trae sensaciones agradables y relajantes. En momentos como esos se agradece la navidad porque a pesar del estrés que trae consigo tiene su parte positiva, esa sensación agradable que te produce con los recuerdos apropiados.

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